miércoles, 29 de abril de 2009

Lo que muere al último...

La ciudad luce enferma como consecuencia del nuevo accesorio de la temporada: los incombinables cubrebocas. Pero lo más estremecedor en ciertas zonas del monstruo, es el fuerte sentimiento de desesperanza en las calles casi vacías y en algunos de los espacios antes atiborrados de gente. Sin embargo, las risas y la alegría de algunos incautos que sufren el vivir en la metrópoli, nos muestran nuevas formas de enfrentar las muy variadas realidades: sonriendo, charlando con el compañero de trabajo mientras tienen su hora de comida, paseando en el Centro Histórico, haciendo una mofa con singular alegría de los remedios del gobierno para la epidemia -los cubrebocas con diseños innovadores y divertidos hacen gala por doquier-, o simplemente caminando con gallardía en éste gran semillero para las epidemias y para todo tipo de contingencias que es la ciudad. Reza el dicho de Doña Trini: "La esperanza muere al último...". Pero en la insufrible ciudad de la esperanza es al contrario: lo último que muere es ella, la ciudad.