miércoles, 29 de abril de 2009

Lo que muere al último...

La ciudad luce enferma como consecuencia del nuevo accesorio de la temporada: los incombinables cubrebocas. Pero lo más estremecedor en ciertas zonas del monstruo, es el fuerte sentimiento de desesperanza en las calles casi vacías y en algunos de los espacios antes atiborrados de gente. Sin embargo, las risas y la alegría de algunos incautos que sufren el vivir en la metrópoli, nos muestran nuevas formas de enfrentar las muy variadas realidades: sonriendo, charlando con el compañero de trabajo mientras tienen su hora de comida, paseando en el Centro Histórico, haciendo una mofa con singular alegría de los remedios del gobierno para la epidemia -los cubrebocas con diseños innovadores y divertidos hacen gala por doquier-, o simplemente caminando con gallardía en éste gran semillero para las epidemias y para todo tipo de contingencias que es la ciudad. Reza el dicho de Doña Trini: "La esperanza muere al último...". Pero en la insufrible ciudad de la esperanza es al contrario: lo último que muere es ella, la ciudad.

4 comentarios:

Tavo dijo...

Muy cierta tu cita, no de doña trini sino de doña miry, la ciudad nunca morira y tenemos que hacerla seguir respirando, con nuestras caminatas interminables, nuestras conversaciones de lo que esta en boga y sin el temor de sufrir una fatal contagia de algo que si bien es real, puede ser evitado

Miriposa! dijo...

Hacer respirar a la ciudad también es dejarla descansar, pero caminar a tu lado es de mis pasatiempos favoritos... Vamos a caminar, charlamos de lo mismo de siempre (de todo y nada...) y nos infectamos del mounstruo citadino, que no de la influenza.

Anónimo dijo...

me encantó!
muy cierto!

Miriposa! dijo...

Gracias Ana... espero más de tus visitas.
=)